miércoles, febrero 04, 2015

Te quiero sin querer.

Si algo he aprendido a lo largo de mi vida es que nunca debes mostrar cuándo ni cuánto sientes por algo. Llega un punto, un momento, en el que adquieres una desconfianza absoluta que hace cerrarte por completo a todo sentimiento y sensación. Llega la madurez. Y llega el hecho de conocer qué nos rodea realmente. Gente que viene, que va, que en ocasiones se queda; gente que un día te quiere, y al siguiente te olvida; gente que te cuida, que te hiere, que te apoya, que te salva... Gente por y para todo, y gente que, realmente, no sirven para nada. Pero esto último realmente es lo más cómodo. Al encontrar un lugar fijo, un hogar, corres el riesgo de perderlo algún día; pero al vivir en unos brazos diferentes cada día te salvas del peligro del 'echar de menos'. Poco parecido a lo que le pasa a esos brazos, que de tanto sostener se vuelven frágiles. Y desconfiados. Y solos.
Solos. Completa y amargamente.
Y es que, si algo he aprendido en esta vida, es que no hay que fiarse de nadie. Ni de quien se haya pasado toda una vida sosteniéndote,  porque siempre acabará encontrando un hogar mejor, un cielo más azul y una sonrisa en la que alojarte. Que desde entonces y para siempre dejará de ser la tuya.

No hay comentarios:

'no podemos remar en contra de nosotros mismos...'
'he cruzado océanos de tiempo para encontrarte'

;

  • "Las ventajas de ser un marginado"
  • "Bajo la misma estrella"
  • "Nunca seré tu héroe"
  • "Si tú me dices ven... Lo dejo todo, pero dime ven"
  • "El libro amarillo"
  • "Claudia"